Una moneda virtual internacional en lugar del dólar: peligros y riesgos

En la reciente reunión de banqueros en Jackson Hole, EUA, el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, lanzó la propuesta de sustituir al dólar como moneda de referencia en el comercio y en las reservas internacionales, por la Moneda Hegemónica Sintética (SHC), una nueva moneda, no física, sino virtual.

 

Una idea temeraria, como el mismo admite. En nuestra opinión, se trata de una propuesta que podría tornar todavía más inestable al de por sí frágil sistema monetario internacional.

 

El banquero británico cita de ejemplo a la moneda digital Libra, recientemente propuesta por el Facebook para convertirse en un nuevo instrumento de pago para transacciones comerciales, cada vez más efectuadas por la Internet. La Libra sería una nueva moneda que sustituiría a las monedas nacionales usadas hasta ahora, comenzando por el dólar, y sería utilizada por clientes particulares y empresariales operando con herramientas telemáticas.

 

La SHC, por otro lado, sería emitida por la autoridad pública, es decir, por los bancos centrales, mediante su propia red de monedas digitales.

 

La intención británica parece tener como objetivo principal el ascenso del yuan chino, el cual, admitió Carney, desde 2018, ya superó a la libra esterlina en los contratos petroleros. Y está claro que la nueva moneda digital también reduciría la influencia dominante del propio dólar.

 

Un mundo con dos monedas de reservas competitivas, argumenta el gobernador, dejaría inestable al sistema monetario mundial, viendo las enseñanzas de la Gran Depresión de la década de los 1930, agravada por las tensiones entre la libra y el dólar.

 

La nota de Carney revela que el Banco de Inglaterra este consciente de lo que está ocurriendo globalmente. Al final, resalta, “la City (de Londres) es el principal centro financiero internacional”.

 

La conclusión del Banco de Inglaterra es, ciertamente, arriesgada. Su análisis básico, sin embargo, merece alguna consideración. Carney afirma que la globalización aumentó el impacto y las reverberaciones de eventos internacionales en las diversas economías. Como resultado, el sistema de tasas flexibles de inflación e intereses flotantes, adoptado por los bancos centrales, ya no se sostiene más.

 

Esto ha determinado asimetrías desestabilizadoras en el sistema monetario internacional. De hecho, mientras la economía mundial ha experimentado procesos de ajustes, por otro lado, el papel del dólar sigue siendo el mismo de cuando el sistema de Bretton Woods entró en colapso en 1971. Es innegable que las decisiones monetarias de la Reserva Federal están produciendo efectos negativos en muchos países, incluso en aquellos que tienen pocas relaciones económicas con los EUA.

 

Carney afirma, con razón, que “un sistema (monetario) unipolar no es adecuado para un mundo multipolar”. Investigaciones oficiales demuestran que una apreciación del 1% del dólar llevaría a una contracción del 0.6% del volumen de negocios en el resto del mundo.

 

Recuérdese que la mitad de las transacciones comerciales del mundo todavía se hacen en dólares. Sin embargo, la cuota de importaciones de los EUA representa solamente una quinta parte del total de las importaciones mundiales.

 

Por lo tanto, en nuestra opinión, es cada vez más necesaria una reforma de las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

 

Además de moneda dominante en el comercio mundial, el dólar es también la principal moneda de reserva y de referencia para la mayoría de los títulos emitidos por los países emergentes, en casi dos terceras partes del total.

 

Esto, inevitablemente, ha llevado a esas economías a crear medidas de seguridad con grandes reservas en dólares, contribuyendo, así, a conformar lo que hace mucho se llama una “escasez global de ahorro”.

 

Se estima que las reservas monetarias de los países emergentes se dupliquen en los próximos diez años, con un aumento de 9 billones de dólares.

 

A nuestro parecer, la nueva moneda digital SHC no es la solución. Si se adopta, cancelaría progresivamente el papel de los propios bancos centrales y gobiernos, hasta el de su control.

 

Una cuestión adicional respecto a la seguridad y las garantías monetarias. ¿Quién sería el “prestamista de última instancia”? Hasta ahora, como vimos en la Gran Crisis de 2008, incluso con retrasos y fallas, los garantes finales fueron los bancos centrales de varios países involucrados.

 

Como o hemos planteado en repetidas ocasiones, por sí sólo, el dólar ya no es capaz de soportar todo el sistema financiero, económico y comercial global. Por ende, llegó la hora de crear un sistema monetario multipolar basado en una canasta de monedas importantes, con la activación de una nueva “moneda contable”, semejante a los Derechos Especiales de Giro del Fondo Monetario Internacional (FMI).

*MSIa Informa

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